lunes, 6 de julio de 2015


LOS CAÑOS.

   Cuando el investigador, el arqueólogo o historiador, encuentra documentos en los que se describen objetos, edificios, restos arqueológico del pasado, encuentra los elementos con los que recomponer la historia de aquel pasado. Pues aquí tenemos descrito un testimonio del año 1572 que nos informa de cómo era la Fuente del Caño en la Sedella de la época. Este simple documento es suficiente para que  los caños sean considerados como monumento histórico.


Transcripción: Manuel Castro.

{Otra fuente con su pilar y dos caños con su alcubilla y con una alberca que está por bajo de ella y un naranjo, que dicha alberca es recogimiento del agua que sale de la dicha fuente, que con ella se riegan las hazas y los caquíes (bancales) que están por bajo de la dicha fuente y es abundosa en agua, que de ella se sustenta el lugar y los ganados y bestias la cual está junto a este lugar, camino de Canillas de Aceituno que se nombra fuente del Ayna...}
  
 Con este simple documento, hoy en día hubiese sido imposíble haber podido destruir la alberca que en él se cita.                                
   "Ayna" en árabe, significa fuente y probablemente tendría su nombre propio en árabe junto a "ayna" pero el escribano del documento no quiso complicarse la vida y con ello, nos hemos quedado sin él  para siempre. Sí que nos ha quedado por escrito el  de la otra fuente que se encontraba en el camino del Dayre. Se llamaba fuente del Dayre, Aina Dayre y tenía ésta un caño y su pilar, que también era abrevadero de los ganados.


La fuente Ayna...con la alberca cercada al fondo.

   El Dayre era el nombre del pago que hay detrás del castillo. Cuando llegan los cristianos lo cambian por el de Estanque San José. En esta época de 1572 perteneció a la Iglesia.
  Los apeadores señalan veinte fuentes en el municipio con abundante agua de ordinario, algunos pozos y cuatro albercas junto a los dos molinos de pan que hay próximos a la sierra. Las dichas albercas se usaban para cocer el lino y el esparto.

                                                                                                                                                                                     Manuel Castro